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    Nou article de Josep Martínez i Zaplana per a ITeC

    Sense categoria / març 14, 2022

    Concurso de ofertas o concurso de trabajos a realizar.

    Durante muchos años la empresa que represento ha sido invitada a participar en licitaciones para realizar alguna Rehabilitación concreta y a menudo reflexiono sobre cómo, en general, se gestionan estas licitaciones de obras, tanto en obras públicas como en privadas, y de cómo me gustaría que fueran.

    Quiero compartir mi experiencia en este sentido explicándoos la manera como vivo ambas situaciones.

    Como ya sabréis, en las licitaciones tenemos que presentar todo un conjunto de documentación administrativa y técnica junto a nuestra mejor valoración económica de los trabajos a realizar.

    En cuanto a la documentación administrativa, explicamos quien somos, cual es nuestra experiencia en el sector, nuestra valía como profesionales y nuestra capacidad y solvencia económica para hacer frente a los trabajos a realizar. En la parte de la documentación técnica incorporamos una descripción de los trabajos incluidos en el proyecto, planificando el procedimiento de la ejecución: como afrontaremos los trabajos, que materiales utilizaremos, a quien contrataremos, etc; también incluiremos una compilación de apreciaciones que demuestran nuestras capacidades y experiencia hacia el proyecto sobre el que presentaremos nuestra oferta.

    La licitación termina con la entrega del documento que, en las licitaciones privadas, desgraciadamente tiene más peso y a menudo está integrado por un solo documento: nuestra oferta económica definitiva.

    El precio es la clave del éxito en estas licitaciones… Sií… estas son las reglas del juego. En general son frías y aunque haya contacto con el prescriptor, preguntas y aclaraciones, no hay contacto con el cliente final. A veces tengo la sensación de que todo acaba siendo una recopilación de información que demuestra la habilidad literaria que tenemos y que usamos para contentar los procedimientos de una acreditación.

    Pero hace unos años tuve la oportunidad de poder participar en una licitación de obras a favor de la Fundació Miró que fue totalmente diferente. Esta licitación sí que valoraba la capacidad de las empresas licitadoras en la aportación de ideas y nuevas soluciones, valoraban que compartiésemos con ellos el proceso de ejecución y la posibilidad de cambiarlo en caso necesario.

    La decisión final de la licitación tenía en cuenta, justamente, la iniciativa de tu empresa, las ganas de innovar y mejorar el proceso, la ejecución, la planificación… en resumen: ¡Valoraban el ADN real de la empresa! ¡Si señor!

    Os cuento como fue:

    Se trataba de la recuperación de hormigón carbonatado existente del edificio de la Fundació Miró (en Montjuic) y de que solución podías aportar para resolver ese problema definitivamente. En ese tiempo yo estaba haciendo muchas reparaciones de viguetas con cemento aluminoso en distintos edificios de la ciudad, donde usaba -entre otras- la marca BASF. Justamente BASF estaba inmersa en un proceso de investigación muy importante que promovía la comercialización de un inhibidor para la corrosión. ¡Justo lo que la Fundació Miró necesitaba!

    Los técnicos de la Fundación Miró (el equipo de Jaume Freixa) nos pidieron la posibilidad de participar en su proyecto, pero antes de ver el precio final de la obra, querían ver como haríamos el trabajo. Querían ver ‘in situ’ el proceso de ejecución, saber que recursos teníamos y que conocimientos sobre patología del hormigón sabíamos.

    Dicho y hecho… Como si de un casting o un tribunal se tratara, nos dejaron -a otra empresa y a nosotros- un pilar a cada una para realizar nuestras pruebas y hacer una exposición/entrega de nuestros resultados.

    Estuvimos tres días trabajando en ese pilar haciendo todo el proceso de reparación y recuperación del hormigón carbonatado por el que apostábamos, ese que podía convertirse en la solución correcta y definitiva al problema.

    Replicamos el hormigón malogrado, llegamos a la armadura, sustituimos el armado desaparecido para después aplicar un puente de unión con relleno de micro hormigón y finalmente aplicamos un inhibidor de la corrosión. Lo hicimos siguiendo las técnicas antiguas de encofrado, con las anchuras de los tableros de madera iguales que los que se usaron para construir el proyecto original. Conseguimos anchuras, nudos y rebabas de hormigón, como si hubiéramos retrocedido en el tiempo, para finalmente hacer la aplicación del producto inhibidor. Resultado final: acertamos, gustó… Era lo que querían.

    En definitiva, lo hicimos con los procesos artesanales que nuestros maestros nos enseñaron, aplicando los productos de nuevas tecnologías que pueden aumentar el tiempo de duración de los materiales.

    Y sí, pudimos participar en la valoración de la licitación y posteriormente ejecutamos todo el proyecto de obras gracias a la oportunidad que os dieron para demostrar nuestra valía. El equipo técnico de la Fundació Miró lo hizo posible.

    Este tipo de licitaciones son las que me hacen disfrutar: las participativas, cercanas y abiertas a la innovación y que no dejan de lado todo lo que nos enseñaron nuestros maestros.

    Quizás fue el inicio de un OPEN BOOK en la rehabilitación… Quien sabe.

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